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Los consumidores ven la comida como una identidad

No hace mucho, la gastronomía estaba en el centro de la cultura alimentaria y de nuestra visión de las diferentes comidas y cocinas. La generación millennial ha alcanzado prominencia y ha cambiado las cosas drásticamente. Las tendencias novedosas como el marketing digital y otras tecnologías disruptivas en el mercado han obligado a los alimentos a convertirse en algo diferente.

En lugar de seguir siendo un hábito, la comida se ha convertido en una identidad para cada uno de nosotros. ¿Cómo puede algo que observamos y comemos poco después componer nuestro carácter? La respuesta está en una infinidad de factores que hicieron de la identidad alimentaria una tendencia importante tanto para los amantes de la comida como para los restaurantes y diversas marcas de alimentos. Echemos un vistazo a qué es realmente la identidad alimentaria.

La raíz de la identidad alimentaria

A lo largo de la historia, las únicas divisiones relacionadas con la comida fueron la riqueza personal y el lugar de residencia. Diferentes personas comían de manera diferente y consideraban las comidas como algo único para ellos en particular. Hoy en día, tanto los cerveceros caseros como los apasionados del local han empezado a ver la comida como parte de su carácter.

Quizás el “culpable” más evidente de la tendencia de la identidad alimentaria sean las propias marcas de alimentos. Con el auge de la publicidad digital, las marcas comenzaron a hacer publicidad de manera más amplia. Todo restaurante o marca quiere atraer clientes lejos de su barrio, no sólo locales. Cada vez más marcas adoptan una voz, lo que dificulta que surjan nuevas ideas.

Para llamar la atención, cada marca decidió conectar diferentes alimentos y cocinas con un carácter humano diferente. La cocina vegana se convirtió en la marca registrada de la gente moderna y más “culta”. Las marcas anuncian la comida picante como “varonil”, “desafiante” y “sólo para los verdaderamente atrevidos”. En esta miríada de identidades alimentarias, las marcas más pequeñas se han convertido en pioneras. ¿Por qué?

La autoexpresión es la clave

Los Millennials y la Generación Z son las dos primeras generaciones que han conectado la comida con la autoexpresión. Los adolescentes y jóvenes buscan marcas que les ofrezcan una conexión a nivel personal. Los consideran más auténticos, sobre todo por su eficacia en la focalización. Las marcas de alimentos independientes pretenden comercializar sus productos como rasgos de carácter de facto.

¿Por qué las marcas con “actitud” son importantes para los consumidores jóvenes? Esto tiene mucho que ver con el hecho de que vivimos en la era del individualismo. Cada persona es más franca que sus antepasados ​​y quiere que se escuche su voz. Un número creciente de “voces” personales lleva directamente a que las personas se sientan inseguras y aisladas. Así, cuando ven una marca de alimentos que ejemplifica sus convicciones, la adoptan y forman una identidad alimentaria.

Exigencias y autenticidad crecientes

Con voces más individuales, las marcas de alimentos tienen diferentes tipos de demandas que atender. Estas demandas no están relacionadas sólo con la calidad, el sabor y la apariencia estética de los alimentos. Por el contrario, la comida se ha convertido en un poderoso recipiente de convicciones políticas y sociales. Estas opiniones son tradicionalmente más pronunciadas entre los jóvenes, lo que los convierte en objetivos ideales para la ola de identidad alimentaria.

El origen de los alimentos no es sólo una medida de calidad: es un elemento integral de la identidad alimentaria de las generaciones más jóvenes. Esperan productos frescos y auténticos que respeten todas las leyes éticas que uno pueda imaginar. Las granjas orgánicas, los ingredientes naturales y los envases biodegradables son los tres elementos básicos de la imagen de la mayoría de las marcas.

Un aumento en la conciencia ha llevado a los millennials a apoyar marcas más pequeñas. Se dan cuenta de lo importantes que son para la industria y, como tales, los consumidores pretenden apoyar la producción a pequeña escala. La Generación Z tiene una fuerte tendencia a apoyar marcas con un enfoque profundamente personal, vinculando fuertemente la psicología y la gastronomía.

¿Por qué estas generaciones en particular?

Los expertos citan como principales razones el altruismo y una visión igualitaria de la vida y la sociedad. Las generaciones más jóvenes se preocupan por importantes cuestiones sociales. Debido a esta tendencia, las marcas deben adoptar esa identidad si quieren sobrevivir.

El número de cuestiones sobre las que tomar postura crece cada día y esto se refleja en los diferentes significados de la expresión “identidad alimentaria”.

Se ha demostrado que dirigirse a estos grupos de clientes es la forma más sencilla de lograr una promoción orgánica. Recuerde, el boca a boca sigue siendo el rey del marketing. Puede que no genere la mayor cantidad de tráfico, pero cada cliente confía en el consejo de una persona importante para él.

Cambios en la comunidad foodie

El individualismo, como se mencionó anteriormente, es también la fuente de un aislamiento cada vez mayor. Las personas se ven impulsadas a preocuparse más por su propio sentido de éxito y valor. Los millennials están eligiendo sus carreras y objetivos por encima del matrimonio y algunas emociones humanas más integrales. Esto crea una sensación de vacío y soledad, que es exactamente a lo que apuntan las marcas.

Los consumidores jóvenes están conectados, pero también se están distanciando. Para llenar el vacío, se entregan a la comida como una experiencia que les aporta sentimientos de amor y pertenencia. La regla del “consenso general” está disminuyendo lentamente, dejando un camino abierto a formas individuales de identidad alimentaria.

Los psicólogos también han explorado este fenómeno. Para el millennial promedio que se divide entre el trabajo, la educación, la vida social y las deudas, la comida puede brindarle esa “sensación cálida y confusa”.

No es una comida, es una experiencia.

La comida no es sólo un pequeño ritual al que nos entregamos varias veces al día. Más bien, es una incursión en el mundo de diferentes posturas políticas y sociales. La psicología interviene aquí, ya que se trata de un ejemplo clásico de heurística de disponibilidad. Los consumidores con conciencia política y social se rodean de marcas y personas que tienen la misma “identidad alimentaria”.

Por tanto, están entrando en una relación de codependencia con las marcas. Cuando una marca, por ejemplo, lanza una campaña provocativa, quienes se identifiquen con el mensaje gastarán más dinero.

También va mucho más allá de las posturas. Los consumidores jóvenes quieren algo diferente: anhelan experiencias. Los recuerdos son ahora la nueva moneda porque los millennials están mostrando más interés en las experiencias que en las posesiones.

Las redes sociales también tienen un fuerte efecto en la identidad alimentaria. Todo tiene que ser estéticamente agradable y adecuado para la publicación/historia diaria de Instagram.

Pensamientos concluyentes

La psicología y la digitalización han convertido la comida de una experiencia en una identidad. Sin embargo, ha aparecido un dualismo que insta a las marcas a crear productos únicos para atender a los consumidores más jóvenes. Es importante ser diferente y adoptar una postura; de lo contrario, su marca se mezclará con la mayoría silenciosa.

No hace mucho, la gastronomía estaba en el centro de la cultura alimentaria y de nuestra visión de las diferentes comidas y cocinas. La generación millennial ha alcanzado prominencia y ha cambiado las cosas drásticamente. Las tendencias novedosas como el marketing digital y otras tecnologías disruptivas en el mercado han obligado a los alimentos a convertirse en algo diferente.

En lugar de seguir siendo un hábito, la comida se ha convertido en una identidad para cada uno de nosotros. ¿Cómo puede algo que observamos y comemos poco después componer nuestro carácter? La respuesta está en una infinidad de factores que hicieron de la identidad alimentaria una tendencia importante tanto para los amantes de la comida como para los restaurantes y diversas marcas de alimentos. Echemos un vistazo a qué es realmente la identidad alimentaria.

La raíz de la identidad alimentaria

A lo largo de la historia, las únicas divisiones relacionadas con la comida fueron la riqueza personal y el lugar de residencia. Diferentes personas comían de manera diferente y consideraban las comidas como algo único para ellos en particular. Hoy en día, tanto los cerveceros caseros como los apasionados del local han empezado a ver la comida como parte de su carácter.

Quizás el “culpable” más evidente de la tendencia de la identidad alimentaria sean las propias marcas de alimentos. Con el auge de la publicidad digital, las marcas comenzaron a hacer publicidad de manera más amplia. Todo restaurante o marca quiere atraer clientes lejos de su barrio, no sólo locales. Cada vez más marcas adoptan una voz, lo que dificulta que surjan nuevas ideas.

Para llamar la atención, cada marca decidió conectar diferentes alimentos y cocinas con un carácter humano diferente. La cocina vegana se convirtió en la marca registrada de la gente moderna y más “culta”. Las marcas anuncian la comida picante como “varonil”, “desafiante” y “sólo para los verdaderamente atrevidos”. En esta miríada de identidades alimentarias, las marcas más pequeñas se han convertido en pioneras. ¿Por qué?

La autoexpresión es la clave

Los Millennials y la Generación Z son las dos primeras generaciones que han conectado la comida con la autoexpresión. Los adolescentes y jóvenes buscan marcas que les ofrezcan una conexión a nivel personal. Los consideran más auténticos, sobre todo por su eficacia en la focalización. Las marcas de alimentos independientes pretenden comercializar sus productos como rasgos de carácter de facto.

¿Por qué las marcas con “actitud” son importantes para los consumidores jóvenes? Esto tiene mucho que ver con el hecho de que vivimos en la era del individualismo. Cada persona es más franca que sus antepasados ​​y quiere que se escuche su voz. Un número creciente de “voces” personales lleva directamente a que las personas se sientan inseguras y aisladas. Así, cuando ven una marca de alimentos que ejemplifica sus convicciones, la adoptan y forman una identidad alimentaria.

Exigencias y autenticidad crecientes

Con voces más individuales, las marcas de alimentos tienen diferentes tipos de demandas que atender. Estas demandas no están relacionadas sólo con la calidad, el sabor y la apariencia estética de los alimentos. Por el contrario, la comida se ha convertido en un poderoso recipiente de convicciones políticas y sociales. Estas opiniones son tradicionalmente más pronunciadas entre los jóvenes, lo que los convierte en objetivos ideales para la ola de identidad alimentaria.

El origen de los alimentos no es sólo una medida de calidad: es un elemento integral de la identidad alimentaria de las generaciones más jóvenes. Esperan productos frescos y auténticos que respeten todas las leyes éticas que uno pueda imaginar. Las granjas orgánicas, los ingredientes naturales y los envases biodegradables son los tres elementos básicos de la imagen de la mayoría de las marcas.

Un aumento en la conciencia ha llevado a los millennials a apoyar marcas más pequeñas. Se dan cuenta de lo importantes que son para la industria y, como tales, los consumidores pretenden apoyar la producción a pequeña escala. La Generación Z tiene una fuerte tendencia a apoyar marcas con un enfoque profundamente personal, vinculando fuertemente la psicología y la gastronomía.

¿Por qué estas generaciones en particular?

Los expertos citan como principales razones el altruismo y una visión igualitaria de la vida y la sociedad. Las generaciones más jóvenes se preocupan por importantes cuestiones sociales. Debido a esta tendencia, las marcas deben adoptar esa identidad si quieren sobrevivir.

El número de cuestiones sobre las que tomar postura crece cada día y esto se refleja en los diferentes significados de la expresión “identidad alimentaria”.

Se ha demostrado que dirigirse a estos grupos de clientes es la forma más sencilla de lograr una promoción orgánica. Recuerde, el boca a boca sigue siendo el rey del marketing. Puede que no genere la mayor cantidad de tráfico, pero cada cliente confía en el consejo de una persona importante para él.

Cambios en la comunidad foodie

El individualismo, como se mencionó anteriormente, es también la fuente de un aislamiento cada vez mayor. Las personas se ven impulsadas a preocuparse más por su propio sentido de éxito y valor. Los millennials están eligiendo sus carreras y objetivos por encima del matrimonio y algunas emociones humanas más integrales. Esto crea una sensación de vacío y soledad, que es exactamente a lo que apuntan las marcas.

Los consumidores jóvenes están conectados, pero también se están distanciando. Para llenar el vacío, se entregan a la comida como una experiencia que les brinda sentimientos de amor y pertenencia. La regla del “consenso general” está disminuyendo lentamente, dejando un camino abierto a formas individuales de identidad alimentaria.

Los psicólogos también han explorado este fenómeno. Para el millennial promedio que se divide entre el trabajo, la educación, la vida social y las deudas, la comida puede brindarle esa “sensación cálida y confusa”.

No es una comida, es una experiencia.

La comida no es sólo un pequeño ritual al que nos entregamos varias veces al día. Más bien, es una incursión en el mundo de diferentes posturas políticas y sociales. La psicología interviene aquí, ya que se trata de un ejemplo clásico de heurística de disponibilidad. Los consumidores con conciencia política y social se rodean de marcas y personas que tienen la misma “identidad alimentaria”.

Por tanto, están entrando en una relación de codependencia con las marcas. Cuando una marca, por ejemplo, lanza una campaña provocativa, quienes se identifiquen con el mensaje gastarán más dinero.

También va mucho más allá de las posturas. Los consumidores jóvenes quieren algo diferente: anhelan experiencias. Los recuerdos son ahora la nueva moneda porque los millennials están mostrando más interés en las experiencias que en las posesiones.

Las redes sociales también tienen un fuerte efecto en la identidad alimentaria. Todo tiene que ser estéticamente agradable y adecuado para la publicación/historia diaria de Instagram.

Pensamientos concluyentes

La psicología y la digitalización han convertido la comida de una experiencia en una identidad. Sin embargo, ha aparecido un dualismo que insta a las marcas a crear productos únicos para atender a los consumidores más jóvenes. Es importante ser diferente y adoptar una postura; de lo contrario, su marca se mezclará con la mayoría silenciosa.

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